Hola, soy la escritura consecuencia del deseo de no vernos.
Aquel folio en blanco donde ninguno de los dos existía
y en el que nos dibujó la casualidad, revestida y retórica de letras y cifras.
Nos mezcló la tinta magenta con los ojos que aún leo,
y marcamos un salto de página que cambió nuestro párrafo.
Interlineado sencillo que convirtió nuestros nombres en palabras sin trazo.
Desde aquello han pasado mil páginas y sigo pasando a limpio lo escrito.
La letanía en los apuntes es el complemento indirecto que no se puede arrancar,
un monema independiente con significado de olvido.
Mi cuaderno está lleno de estribillos y estrofas que cantan sus versos
y son como lágrimas de un idioma desconocido o falaz,
sinónimos y renglones volubles que tiñen de otro color tu recuerdo.
Las hojas son ortogonales cementerios de literatura y lingüística,
universos de anhelos en acotadas cuadrículas de plano de damero
y la pena es no tener quién me enseñe otro vocabulario.
Se nos agotó el significado de los besos y el diccionario dijo por fin que silencio.
Nos mató un típex de sangría y oraciones de sujetos vicarios
que no fuimos capaces de convertir en metarrelatos.
Sobraron infiernos eternos de voces en la descripción de lo nuestro,
y el intento valdío de intentar pasar página buscando otro abecedario
para volver a ser parte de este punto y a parte que dan otros labios.
En mi cuaderno huelen las hojas a la ortografía de tus manos
y está abierto y sediento de la morfología de otro cuerpo,
de la elección de otra fuente y la creación de otro lenguaje.
FDO: ANGIO
Como filólogo estoy emocionado.
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