(M)o(m)entos bucólicos

El apurado poema de última hora, casi saliendo de un festival de neuróticas neuronas. El cigarro de los diez minutos antes. La gente en el control. Los papeles saliendo recién horneados de la impresora. El sube y baja de las escaleras. Portazos y estruendos. El "clic-clac" del batir de los sprays, la sinfonía del aerosol en contacto con el frío. Los micrófonos abriéndose y regulando los auriculares. Carraspera sistemática mientras tomamos los últimos apuntes. El tema comienza a sonar y los latidos empiezan a crear los beats de una hora que influye minutos, horas y vidas. Que enuncia la liberación del alma a través de las ondas. Las funciones del lenguaje en concierto. La heterogénea fonética mezclándose interracialmente y abrazándose en pos de una sola idea: EL VERSO. Desnudo y en carne viva. El verso que nace del fango y las escombreras, de la última gota de una jeringa con jaco, de la chatarra en proceso de descomposición, del grito y del rito. Maneras de vivir. Muy locamente. Rapidamente, pero sin prisa.