Bucea por KukupaPunda Productions

martes, 12 de marzo de 2013

Cap.1: Rencillas.


-Ha llegado un certificado, Toño. Al principio el cartero como que se mostró un poco receloso al no tener tu firma, pero tu hijo le dio una mala contestación y...ahí lo tienes encima del taquillón.
Paloma Escudero lleva casada casada cerca de treinta y cinco años con el patriarca de los Montijo, y de hecho, poca gente en el pueblo la conoce por su apellido de soltera. Desde el minuto 0 se ha dedicado a ayudar a su esposo tanto en las labores agrícolas como en el arduo proceso de producción del aceite. Con él ha sufrido las terribles pérdidas, los años de bonanza, los obstáculos de los Segura-Roldán y han criado a unos hijos en la modestia, el respeto y unos firmes valores.
-Viene de casa de los Segura-Roldán. ¿Qué coño querrán ésta vez éstos malnacidos?- blasfemó Toño, ataviado con el mono de trabajo, que todos los días, durante décadas le había acompañado desde la intempestiva hora en que suena el despertador.
-Bueno, cariño, tranquilo. Será por los terrenos de El Burrueco, que tu hijo desbrozó la semana pasada para ellos. No nos podemos quejar, al fin y al cabo ese dinero nos ha venido muy bien, pese a lo tozudo que tú te pusiste.
-Es que no tengo por qué estar toda la puta vida trabajando para esos estirados. Porque parece que no te acuerdes de todas las que nos han hecho. Acuérdate de cuando nos demandaron en la Oficina del consumidor porque decían que vendíamos aceite a granel sin pasar el control de calidad, acuérdate de...
-Mira Toño, claro que me acuerdo, ¡Cómo no me voy a acordar! Si hemos pasado fatigas con ellos. Todos sabemos muy bien como es Azucena, y mejor sabemos como es su marido el politicastro, que tiene comprados a todos los ayuntamientos con litros de aceite, pero...
Lo que Toño aún no sabe es lo que en su casa lleva fraguándose desde hace unos meses, y de lo que tan sólo la sufridora Paloma es consciente. Sofía, la hija pequeña del matrimonio, lleva viéndose cerca de medio año con uno de los hijos de los Segura-Roldán, Pedro y, como ella bien sabe, ésto es algo que no hará ninguna gracia a su marido. Y es que, el caso es que los Segura-Roldán están enterados del romance, y aunque al principio se lo tomaron a guasa, pues, un chico bien acomodado como él estaba prendado de una "chica vulgar" como Azucena, la Matriarca definióla en primer término... Parece como si tras intentar convencer al chico de encontrar una compañera más ajustada a su situación económica y social y no hallar solución, éstos se hubieran empeñado en hacer suya a la hija de los Montijo encargándoles, como por pena, varios trabajos agrícolas extendiéndoles jugosos cheques. Al principio Toño, receloso, no quería aceptar aquellos jornales, mas su apurada situación económica y la escasez de oliva tras el último pedrisco no le había dejado otra opción.
-Pero, pero ¿Qué? ¿Es que ahora les debemos la vida a los Segura? ¿No te acuerdas ya de como te ha mirado toda la vida por encima del hombro Azucena con sus trajecitos de medio millón de pesetas y sus bolsos de terciopelo?
-No, Toño, no es eso. Pero mira, resulta que desde hace unos cuántos meses...
Cuando Paloma terminó aquel relato que parecía sacado de una vieja novela cortesana de amor entre una doncella y un príncipe de alta alcurnia la faz de nuestro Toño tornóse de un blanco como la cal. Arrugó con fuerza la carta, en cuyo interior se guardaba otro cheque por las labores que su hijo había desempeñado en los terrenos de El Burrueco, en unas de las infinitas hectáreas de olivares de los Segura-Roldán. Primero se echó las manos a la cabeza, después se prendió un cigarrillo que devoró de las caladas con un nerviosismo impropio de aquella modesta casita blanca.
-Pensaba contártelo antes, Antonio, pero sabía que te ibas a poner así. Pero ya no podía guardármelo más. Cualquier día te ibas a terminar por enterar en la cantina o donde Fredo el carnicero, o que se yo, y eso si que no me lo hubiera perdonado. 
-Pero, Paloma ¿Qué he hecho yo para que mi hija se líe con el hijo de esos fascistas? ¿La hemos criado mal? ¿La ha faltado de algo? ¿No hay mozos en toda la comarca que tiene que "arrejuntase" a ese estirado de los jerseises del cocodrilo? ¿No...? (Paloma lo interrumpe)
-Toño, ¿Te tengo que recordar lo que le costó a mi difunto padre, que en gloria esté, que aprobara lo nuestro? ¿No te acuerdas lo mucho que te molestaba cuando él te soltaba a la cara que hubiera preferido un yerno constructor o practicante o cualquier cosa antes que un "recoge-aceitunas"? ¿Me vas a venir ahora dando lecciones sobre el amor después de lo mal que lo pasamos tú y yo? Tu hija se ha enamorado, por encima del dinero, de la belleza o del apellido. Parece mentira que no la conozcas, ¿Te crees que a ella le resultó fácil contármelo? ¿Y por qué no te lo contó directamente a ti? Porque sabía perfectamente cómo te ibas a poner. Pero escúchame ahora un momento. Ese niño no tiene nada que ver con la arrogante de su madre, ni con su padre el "Cacique de turno". Es educado y trabajador, y...
-¿Trabajador? ¿Cuándo le has visto tu algún dia con el buzo en el tractor dando el callo como nuestro Enrique? ¿Cuántas aceitunas ha recogido ese pijo en su puta vida? Dime, ¿Cuántas...?
(Se oye como la puerta de la hacienda se abre) 
-Calla. Es tu hija, tengamos la fiesta en paz, y ve a cobrar ese cheque...¿O dirás que nos sobran los cuartos? -Paloma no puede entender esta cerrazón por parte de su marido.
-Antes me pase el tractor por encima...

(...CONTINUARÁ)

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