Bucea por KukupaPunda Productions

miércoles, 4 de marzo de 2015

Conversaciones con Ciancicato Miao: ¿Chè cosa è la Europa?



¿Está grabando ya? Ejem. Vale, bueno. Soy yo de nuevo, Ciancicato Miao, hombre de honor sin tener una lira. Resulta que el otro día estando en el bar de Giuseppina me dio por pensar. Después de, aproximadamente, una media docena de "Campari" salió algo en las noticias relacionado con toda esa historia de la Unión Europea, que si los préstamos, que si las deudas, que si pamplinas. Bien, yo nací siendo europeo. Esa es la verdad. Pero no por nada en concreto sino porque nací en la bota de ese continente que es Europa. Así me lo enseñaron los maestros, por cierto, muy afines en mi niñez a aquél Don Benito que tantos estragos causó en mi modesta familia de agricultores.
Don Tommasino, ese maestro que me acompañó en pesadillas y vida terrenal durante toda mi infancia y pubertad siempre recalcaba que nosotros habíamos sido el pueblo más valiente y señalado en el territorio europeo. Tierra de patricios y plebeyos, de cónsules, de cayos, centuriones y demás estamentos, inclusive esclavos. Bien. No se yo quien niegue la historia aunque siempre haya admirado más a mi casa por la buena pasta, el fútbol de espectáculo y ese maravilloso aceite de oliva o esos vinos tan admirados. Fuera aparte. Cuando yo era un inocente ragazzo no existía nada de eso de la dichosa Unión Europea. Resulta que desde finales de los cincuenta, cuando yo ya miraba a las mujeres por debajo de la falda en la playa de Ostia, nos metimos en esa unión, en esa boca del lobo, en ese "llámalo x". Una serie de señores encorbatados empezaron a dominar a los señores encorbatados que en sí ya nos dominaban a nosotros. Algo así como la cadena alimenticia en la que nosotros éramos los gorriones, nuestros encorbatados eran los halcones y aquella gente de "Europa" (sin confundir términos) eran las águilas. Aunque bueno, yo más que águilas siempre los he considerado más bien buitres. Pues si, pequeños. Actúan como carroñeros, y no es de hoy. Desde me juventud, cada cierto tiempo, se vienen inventando una serie de crisis que padecemos nosotros: Beppe el panadero de Via Ostiense, Giulio el mecánico, Totó el trabajador de la Fiat o Marcè, el borracho del quinto. No es que me quiera yo poner filósofo ahora ni mucho menos, no, no es mi estilo. (¡Peppina, otro chupito, per favore y paga la ronda a los aquí presentes!). Bien, como iba diciendo. Yo no se de nada, más bien de muy poco. Yo con catorce años ya estaba arando las tierras de mi padre en la periferia, cuando él estaba con la tuberculosis. Y todas esas lecciones, cuentas y apuntes me las perdí. Pero, vamos que digo yo. Italia que fue ese país tan grande, con su moneda, con sus peculiaridades. O los hermanos españoles, con su peseta y su tortilla de patatas. Grecia, Portugal, etc. Hemos pasado de ser países de los que nos reíamos nosotros mismos. Su gente, la del día a día, los que tienen que ir a sudar una agotadora jornada laboral... a que pasen a reírse esa serie de "señalados por la mano del Señor" haciendo que vivamos como viven las gallinas en ese metro cuadrado. Trabajamos para ellos. Bueno, yo ya no trabajo, pero el dinero que le doy por mis consumiciones a Peppina, ellos tienen que llevarse una tajada. Primeramente nuestros encorbatados y finalmente los encorbatados del podio, o al revés. Es mi humilde opinión. Decían en las noticias justo cuando entré al bar eso de que teníamos que seguir apretándonos el cinturón (más). Pero yo a ellos los veo con los mejores trajes de sastrería, unos coches de lujo (mientras yo sigo arreglando mi Fiat 600 cada medio año en el taller para al menos poder ir dos veces al año a la playa). No se. O soy muy ignorante y no me entero de nada pero estos señores están cada día más desbocados, y además con amplias sonrisas. ¿Cómo no van a sonreír?
Impusisteis el euro, hablándolo entre vosotros en vuestras cenas de alta cocina francesa o japonesa. Callamos y acatamos. Nos sumergisteis en una crisis creada por vosotros mismos. Callamos y acatamos. Pero vamos, yo ahora tiro, pero el día que me falte para pan, vino y tabaco no me voy a callar. No, porque hasta los gorriones o las gallinas tenemos un límite.
Unión, unión y uniones. Y los únicos que están unidos son ellos en sus eventos. Nosotros estamos aquí cada vez más desunidos por su culpa, dénse cuenta. Porque si podemos robar lo del vecino, por necesidad o ya por la avaricia que se ha instaurado lo hacemos. Porque el otro día vi como a Binnu y su esposa Vittoria los echaban de su casa, la misma en la que llevaban desde recién casados y habían nacido todos sus niñitos. Y también vi como el hijo de Nicoletta, el poliziotto no sólo lo impedía sino que partía la cara de cada vecino que se ponía bravo. Como le dije el otro día a Fray Ciccillo, cuando vino a ver el partido. ¿Es eso cristiano? ¿Eso es unión? ¿Eso es Europa? ¿Ma che cosa c'è?
Vuelvo a decir, yo no tengo ni idea de nada pero llevo levantándome desde hace años de la cama viendo cómo somos los humanos en el día a día. Y cada día pero. Señores de la unión. A ver si un día se dan una vuelta por este barrio, que no se van a manchar esas vestimentas tan glamourosas. Y aprenden a escuchar. Conocen a la gente carne y hueso y después reflexionan. A ver lo que es vivir.

Y bueno, menudo sermón que les acabo de dar. ¡Madonna mia! Ni Don Ciccillo en sus mejores tiempos. Les voy a ir dejando porque me van a cerrar la panadería y por cierto, han metido una dependienta que...¡Mamma! como está. Así que lo dicho. Nos volveremos a ver. Si me pillan de buenas quizá hasta les invite a un Rosso. ¡Espero que ese día no salgan los buitres en la tele! Arrivederla.

Por Serdrës, cuando es la hora de cerrar algún bar.

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