Bucea por KukupaPunda Productions

viernes, 18 de mayo de 2012

Cap. 1X06

Como habíase dicho en capítulos anteriores, la España toda de aquel abril plomizo y belicoso de 1936, vivía con ansiedad y curiosidad exacerbada todo lo relacionado con Faustino y su liturgia en la pequeña iglesia de San Andrés de Valdebárcena. El novel párroco tenía en vilo al país de un cada vez más apoltronado caudillo. Según los últimos sondeos del CIS, la homilía de Faustino Primo de Guevara ya superaba en preocupación ciudadana a las manidas detenciones y fugas de Eleuterio Sánchez Rodríguez, el Lute, y ni eurovisión, ni la Guerra Mundial que se libraba en todo occidente, disminuían un ápice el interés general por la grandilocuente eucaristía de Faustino. Incluso traspasaba fronteras a través del canal internacional de TVE y las innumerables plataformas de Broadcast que se conjugaron en el diminuto pueblo asturiano y que retransmitían los sucesos en riguroso streamming a través de redes P2P (peer-to-peer) o bittorrent. Todo el mundo podía ver a Faustino.


Por aquel entonces se mataba, secuestraba, extorsionaba y perseguía a personas por la gracia de Dios, inmerso el país en una endogámica guerra que aún colearía y dirimiría los dimes y diretes entre azules, grises, rojos, negros y amarillos hasta que por fin un día, no recuerdo bien si con los idus de abril del 39, el conflicto terminase con el ejército rojo cautivo y desarmado, cosa que será tratada a su debido tiempo.

Entretanto, habíamos dejado a nuestro perspicaz personaje fumándose un peta tamaño palo del cepillo en el retiro de su modesta sacristía. Era el reposo del guerrero. Al ser tan de interés y desmesurado alcance mediático, Faustino había accedido a realizar el Santo Oficio por partes a petición de los numerosos medios de información que prestaban cobertura a su descomunal y nunca vista manera de alzar la hostia, repartir bendiciones o cantar salmos. Habíanle ofrecido los mass media un trato que no pudo rechazar (véase cuantos ceros quiso Faustino en un cheque en blanco) ni aún teniendo en cuenta el voto de pobreza que prometió antaño, en el seminario, escudándose en que los caminos del Señor son inescrutables.

"Todo por la audiencia", diría María Teresa Campos, última en llegar, todavía con restos de una sustancia, presuntamente cocaína, en sus fosas nasales ya desgastadas de tanta tralla. Había anunciantes, como los flanes Dhul del bondadoso Ruíz Mateos, que habían pagado el dinero que no tenían (y que nunca devolverán) para conseguir un hueco en ese espacio de gigantesco share. La iglesia se había convertido en un centro de merchandaising y ofertas. Donde antes se encontraba el busto sacro de Sta. Eulalia de Mérida, erigíase una pancarta publicitaria de Cocacola & co. A la Virgen de Covadonga la habían cubierto con numerosos anuncios breves de McDonald, H&M y Pastas Gallo, y el inocente monaguillo hacía las veces de relaciones públicas repartiendo flyers con la efigie de Faustino. Tenía buen ojo, el zagal, para los negocios.

Pero volvamos a dónde dejamos a incólume párroco Valdebarceño. A lo Sara Montiel en sus mejores épocas, Faustino fumaba y esperaba volver al altar con la mejor predisposición, cuando de repente, una persona o ente (mujer, por más señas), adentróse en la reservada sacristía hasta encontrarse frente a frente con nuestro afamado clérigo. Era la imagen viva de Carmen Cayetana Ordóñez González, más conocida como Carmina Ordóñez, en el mundo de la farándula.

Faustino se frotó los ojos con vehemencia y rumió aceleradamente dos padresnuestros haciendo cruces de mánera mecánica con sus dos manos. No podía creer lo que estaba viendo. Delante de él, como si de una aparición divina se tratase, se encontraba el espíritu de Carmina, o lo que fuere, el cual le instaba a cometer un acto terrible.

Posteriores crónicas hablarán de enajenación mental, necrosis miocárdica o simplemente el cebollón que llevaba Faustino tras la inhalación de ese cigarrillo, presuntamente cream caramel reserva del 27, de marihuana; pero lo único cierto en todo esto es que Faustino untó (o ungió, para dar mayor connotación religiosa al asunto) las obleas que serían repartidas a los fieles y comidas por ellos para el perdón de los pecados (sic), con dietilamida de ácido lisérgico, popularmente conocido como LSD.

De lo que allí acaeció daremos buena cuenta en ulteriores episodios.

FDO: ANGIO


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