Bucea por KukupaPunda Productions

jueves, 17 de mayo de 2012

Cap. 1x04

La meteórica ascensión de Faustino desde humilde seminarista hasta responsable párroco acaso solo encuentra parangón en virtuosismo y fama con la de Jesucristo a los cielos. Ese imberbe célibe que a penas había prometido ya los votos monásticos de pobreza, castidad y obediencia, enamorado de la imagen de Santa Teresa de Jesús inmortalizada por el cincel de Bernini; ese jovial seminarista que siempre estuvo agarrado a la más férrea moral cristiana, ahora era párroco titular en la parroquia de San Andrés de Valdebárcena y desde luego, su primera homilía no había dejado indiferente a nadie. Y cuando decimos a nadie, es a nadie.

Los arcos de medio punto y las bóvedas de cañón de la humilde capilla habían sido testigos de la psicodélica función de Faustino, la cual revolucionó no solo al populacho astur. Los pueblerinos ansiaban la próxima eucaristía con denodado afán. Tal fue el impacto de su estratosférica ascensión que fue fue trending topic durante varios días en twitter, con el handstag #faustinolalíaenlahomilía.

Aquella primera aparición como párroco había sido la comidilla no sólo en Valdebárcena. Ahora era un acontecimiento global gracias a internet y a un boca a boca contagioso e imparable. No había un solo párroco de aldeas cercanas, ni un sólo arcipreste, canónigo, magistral, capellán, prelado, abad, vicario, ni cardenal de televisión que no hablase del suceso. Tal fue el impacto de la manera en que Faustino relataba la palabra del señor que el pequeño municipio asturiano de Valdebárcena se convirtió en lugar de peregrinaje para cualquier gnóstico que se precie, pero también para los ateos y para cualquier persona que tuviese a bien pasar un buen rato mientras Faustino ofrecía el Santo Oficio. Las grandes marcas del merchandasing no fueron ajenas al suceso y ya comenzaron a brotar como hongos productos como gotas de sudor de Faustino, vello púbico Faustinal o colonias, ambientadores y desodorantes "Eau d´Faustine".

Mucho se hablaba de esa dramatización a la hora de leer el evangelio que ponía la "gallina de piel" como dijera "el flaco", ese futbolista inmortal. No pasó desapercibido su donaire y su mejor gracia al repartir las hostias consagradas. No había quién lo hiciese igual. Y mucho menos pasó inadvertido su revolucionario estilo de cantar salmos con bases de Pedro Ladroga y reminiscencias dub-step gospell-funk.

Lo hablaban en las panaderías las beatas y en los huertos los ancianos del pueblo; llegaban noticias desde Gijón hasta Villaviciosa pasando por Cabritón, Lloraza y Miénagos; los rumores incluso llegaron a las altas cúpulas del Vaticano, donde era de dominio público el incesto del arzobispo de Venecia con su hija con Sor Ferrari, pero también la hercúlea y superlativa creencia y fe de Faustino. Muchas eran las alusiones a su inquebrantable moral entre las bambalinas de la Santa Sede. Incluso hasta oídos del Sumo Pontífice habían llegado noticias de ese párroco que convertía la Misa en Arte.

 La entrada de Faustino en el mundo preclaro del Santo Oficio había dado un vuelco al monocorde mundo eclesiástico, cual elefante en la Casa Real Española. Si para ver a Kubala, el Fútbol Club Barcelona tuvo que edificar un campo más grande, pasando del mítico Les Corts al grandilocuente Camp Nou, el alcalde de Valdebárcena no dudó un instante en cambiar la sede donde nuestro genial párroco impartía la Sagrada Palabra, ya que todo el mundo quería ver a Faustino. Era como un Elvis Presley de la Liturgia, como una Marilyn Monroe del celibato y la eucaristía. Pocos conocían su verdadero rostro, pero ya se contaban por millones sus admiradores en todo el orbe.

 Valdebárcena de repente se situó en los mapas de todo el globo, y se preparaba para vivir su momento cumbre con la misa del Domingo de Ramos, vísperas de la Semana Santa, que estaba a punto de llegar.

El minúsculo pueblecillo asturiano recibía cada día a más personas que ansiaban ver a Faustino. Caravanas de jóvenes enfervorizados ataviados con banderas y pancartas y las caras pintadas con diferentes leyendas llegaban cargados de ilusión. Miles de fans con camisetas con la efigie de Faustino peregrinaban hacia Valdebárcena con la única ilusión de tocar la Sagrada Casa de San Andrés o simplemente que Faustino les lanzase un poco de su saliva.

Hubo que preparar un dispositivo de emergencia para la ocasión. La ocupación hostelera superó con creces el 300%, ya que en Valdebárcena sólo existían un hostal con 3 habitaciones y las cuadras de tío Xacobo, que aprovechando la coyuntura no dudó en convertirlas en cómodas habitaciones, aunque sólo eran 4 y a penas superaban los 5 metros cuadrados.

Todo estaba preparado para la Liturgia de Faustino. Desde los más paganos a los más católicos, todos: el clero secular y regular, los ateos, agnósticos, beatos y hasta el grupúsculo de activistas islamistas de la Yihad más ortodoxa que se afincaban en Valdebárcena desde hace unos años, todos, estaban espectantes ante el eminente show litúrgico de Faustino.


Fdo: ANGIO.

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