Bucea por KukupaPunda Productions

sábado, 19 de mayo de 2012

Cap. 1X09


Valdebárcena aquellos días era un auténtico hervidero de prensa. Furgonetas de aquí para allá, cables, micrófonos, salas improvisadas de maquillaje...todos querían tener la exclusiva y ser los primeros en entrevistar al punto de mira: Faustino.
Cerrado en su sacristía, búnker de todos sus problemas y malas vibraciones no sabía que hacer, hacía días que no salía de allí y habíase quedado sin provisión alguna. La comida para él era algo secundario, al fin y al cabo su filosofía era la de los primeros cristianos, la nutrición como algo secundario pero había algo que también se había acabado hacía días y esa era la planta del señor, la que le sedaba en esos momentos en los que preferiría no haber nacido y la que le hacía afrontar con una sonrisa cada una de sus más profundas cuitas. Faustino estaba desesperado, tenía al pueblo en contra suya por culpa de las calumnias lanzadas por la despechada Doña Remedios. "Encima dirá que no se ha quedado satisfecha"-pensaba para sí mismo Faustino mientras roía los pocos centímetros de uña que le quedaba. La biblia, en la que se había escudado durante todos aquellos días de cautiverio no respondía a sus preguntas por eso decidió hallar respuesta en las páginas amarillas.
Los bufetes de abogados más cercanos pedían una auténtica pasta por cualquier servicio, pero lo que le sorprendió a Faustino es que ninguno de aquellos abogados tenía renombre, ni tan siquiera sus apellidos eran compuestos. "A ver, que los rojos tienen muy buenas intenciones los pobres, pero en temas de poder...hay que ser sensatos. Llamaré a Jose Antonio". El jurista y él habíanse conocido durante una función teatral años atrás, probablemente con tantos años que habían pasado ni recordaría su cara, pero buscando con ímpetu en las amarillas páginas recicladas de fino grosor no halló número alguno. Años después enteraríase de que había dejado de ejercer y que había fundado un partido en el que por razones X años más tarde terminaría militando nuestro Faustino, pero bueno, no nos vayamos por las ramas.
Abatido, Faustino no sabía con que abogado ponerse en contacto, pero una mente privilegiada como la suya, licenciada en teología, ingenería de obras paradas y agua dulce, entre otras inservibles carreras universitarias (por cierto, el 22 de Mayo huelga, ahí os quiero ver) no tardaría en ocurrírsele algo.
¡Eureka! ¡Llamaré a Schmitt! -pensó Faustino.
Cierto es que si había ayudado al pícaro Hitler y había sido el abogado del régimen un mero caso de abuso hacia una sexagenaria desdentada de una remota aldea de cincuenta habitantes sería poco menos que un cagarro de ternera tísica. Sin pensarselo dos veces encendió su Mac que tenía pulcramente guardado entre el cáliz y el bonete y envió apresuradamente un mail a Carl Schmitt. (http://es.wikipedia.org/wiki/Carl_Schmitt)  Tardaría unos días en llegar hasta Alemania, principalmente porque el servicio de mensajería instantanea en aquellos momentos dejaba muchísimo que desear pero al menos ya sentíase más aliviado, pues un abogado de su trayectoria podría acallar todas aquellas viperinas lenguas de putas varias y mariconas, especialmente T5, que no dejaban de meter el dedo en la llaga de un genio incomprendido que por amar demasiado fue juzgado y prendido con palos y lanzas. Cuánto daño hizo Santo Tomás, pero hay que decir que en aquellos días hicieron más caja que Zarzuela en dos horas, pero pronto acabaríaseles el rollo, ya que al cabo de cinco días llegó el esperado mail al correo de Faustino (eXklavodkristo@hotmail.com) y cómo no, la respuesta era positiva, Schmitt tomaría el próximo vuelo desde Berlín hasta Oviedo, pasando primero a visitar a unos amigos que tenía, un tal José Millán y un tal Paco, de los que hablaba a maravillas y le pasaba sus cuentas de hotmail y twitter. Hablaba también de que si no se daba cuenta de que en España se éstaba cociendo una muy gorda, hablaba no se que de una cruzada y que en unos años volvería la tranquilidad donde el cristianismo y la fe no fuera castigada y vejada. No se, el caso es que Schmitt iba a hacerse cargo del caso de Faustino y eso le hizo salir con energía de la sacristía y saliendo con paso decidido colocóse ante el umbral del pórtico y gritó con todas sus fuerzas.
-¡Soy Faustino G. Primo de Guevara, querer joderme a mí es querer joder al mejor! ¿Queréis guerra, eh, jodidos maricones? Con la Iglesia habéis topado, queridos. Y a ti Remedios, te digo, vete ahorrando porque mi abogado te va a sangrar hasta dejarte en la ruina, y yo...en cuanto a mí te voy a hacer sangrar pero por otra cosas. (Y trás una diabólica risa se cierra el telón).
                 Una de las fotos del abogado alemán Carl Schmitt con Faustino a lo largo del proceso.

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