Bucea por KukupaPunda Productions

lunes, 25 de junio de 2012

Ser o desaparecer








Últimamente la mala suerte se había cebado de una manera especial con Lance, desde que su hermano mayor, Jeffrey muriese en un accidente laboral, en una fábrica de neumáticos. Todavía recordaba el olor tan desagradable con el que aparecía su hermano al final de cada jornada, apestando a goma quemada, a linóleo se daba una ducha y juntos solían tomar una cerveza sentados en el sofá viendo partidos de rugby, o de fútbol, ambos vivían el fútbol, eran auténticos hinchas del Rangers. Ahora todo aquello se había esfumado, en tan sólo unos meses se tuvo que acostumbrar a su ausencia, ya no reían juntos, no discutían los Sábados por el baño cuando se arreglaban para salir a la ciudad. Desde entonces su hogar había enmudecido, sus padres vivían sumidos en una depresión que les había quitado el habla. Su madre se pasaba las horas delante del televisor tejiendo, con la mirada perdida y mucha veces cuando nadie la veía rota en el llanto. Su padre optó por quemar su tiempo en la huerta o pescando. Pero ya nadie se preocupaba por él. Su madre no encontraba fuerzas para hacer las tareas del hogar. El propio Lance se hacía las comidasy su cuarto, pero apenas le entraba alimento en el cuerpo. Se pasaba las noches en vela, dando vueltas en su estrecha cama, y siempre solía terminar roto de dolor ante la fotografía con su hermano, tenían un "feeling" especial. Al no dormir empezó a no rendir en los estudios, cuando vio que no tenía nada que hacer en el instituto comenzó a dar vueltas sin rumbo por la ciudad, contemplando la alegría de la gente, y no podía evitar observarlos con odio pese a que ellos eran totalmente inocentes de la muerte de su hermano. Un día paseando por el puente que se alzaba sobre el Clyde estuvo a punto de cometer una locura. Miraba a la gente con desprecio, siempre que podía y cuando nadie se fijaba empujaba a los niños o les ponía la zancadilla. No por esto era feliz, pero era una vía de escape de todo el odio y el dolor que cada día se iba acumulando en su cuerpo. Autobús de ida y vuelta, metro en la ciudad, su rutina se encerraba en un vagón, intentaba siempre alejarse de aquellos lugares donde solía pasear los Domingos con su hermano. Pero s crisis emocional se agudizó aún más con la llegada del letal invierno. Aquel fue un año lluvioso y bastante frío, y Glasgow no era una ciudad precisamente paradisíaca en aquella estación. Todas las mañanas amanecía sobre un manto de nubes grises que a medida que pasaba el tiempo se iban tornando negras. Cuando no pudo más e intentando evitar que llegasen las navidades, ya que serían las mas duras de su vida, una madrugada decidió abandonar su hogar, dejar atrás toda su anterior vida, intentar olvidar anécdotas e infancia. Con una fina maleta y un paraguas inició un periplo desconocido. No sabía donde iba pero lo que si tenía claro es que lejos. Con lágrimas en los ojos examinó por última vez aquel chalet obrero de ladrillos que en su día fueron rojos, pero el paso del tiempo y el hollín los había pintado de negro. Allí había pasado su vida, en aquel periférico barrio de Calton, donde más que estar en Glasgow parecía estar en mitad de ninguna parte, en tierra de nadie. Para variar la noche era lluviosa y cada paso que daba fue desatando un vendaval que en poco tiempo destrozó su paraguas. Tapándose como pudo, unas veces con la maleta, otras colocándose su abrigo en la cabeza consiguó llegar a la parada de metro. El metro estaba desierto a aquellas horas en las que cualquier persona cuerda estaría sobre la almohada. El viaje hasta el centro se le hizo eterno, en ese trayecto pensó en la reacción de sus padres, aunque probablemente ni se enterarían, ya que últimamente parecía ser invisible. Muerto de frío llegó a la estación central. Allí tuvo que esperar cerca de dos horas a que saliera un autobús con destino a Rumanía, pero que pasaba por varios países, era el viaje más largo que podía hacer en autobús, además era lo único que su bolsillo le permitía, ya que un vuelo hubiera sido imposible con sus ahorros. En el camino ya pensaría en que país se quedaba. Cuando salió el bus y abandonaron la única ciudad que había conocido en su vida, la ciudad que lo vio nacer, la industrial, la gris, la hermana fea, Glasgow, no pudo evitar el llanto. Era menor de edad, se dirigía hacia ningún sitio en concreto, con menos de cien euros en la cartera y con la cara de su hermano muerto tatuada a fuego en su mente. ¿Alguien se preguntaría al día siguiente que había sido de él? Probablemente nadie le echaría de menos en el instituto, por el que no hacía aparición desde hacía meses, sus padres apenas se percatarían. Abatido y con el aire frío que se colaba por las rendijas del destartalado autobús se quedó milagrosamente dormido. La obsesión consiguió hacerle soñar de nuevo con su hermano, esta vez juntos disputaban un partido de rugby, eran estrellas de la liga escocesa. Pero de repente su hermano desaparece del terreno de juego, como por arte de magia ...Lance lo busca por todo el campo sin resultados y presa de la angustia. 
Cuando se despertó justamente el autobús se paraba en un área de servicio, eran ya las dos de la madrugada del día siguiente, había estado casi diecisiete horas durmiendo sin parar, algo normal después de todo el sueño que arrastraba de meses atrás. No sabía en que país se encontaría ya, pero él no quería viajar más, allí se paró y caminó hacia un pequeño hotel que había junto la gasolinera. Tras preguntar al recepcionista se enteró de que se hallaba en la totalmente desconocida para él República Checa. Decidió alojarse allí. Pagó veinte euros por una sencilla habitación bastante descuidada y sucia. El pasillo del hotel era desolador. Lance, empapado de sudor y de la humedad de su ropa decidió darse una ducha, y aún en la ducha no dejaba de asaltarle la figura de su hermano como si de un fantasma se tratase. Lo veía en todas partes. Salió de la ducha gritando como un poseso. Estaba más lejos que nunca, a unos poco kilómetros de Praga, en la antigua Checoslovaquia, pero tenía mas presente que nunca a su hermano. Lance creyó enloquecer cuando comenzó a ver como si se tratase de un retrato el rostro de su hermano en todas las paredes de aquel pequeño habitáculo. Todo el pasillo estaba en completo silencio, sólo se vio roto finalmente con un golpe seco y quedo que inundó de un negro luto aquel lugar de la geografía checa.


FDO: Serdrës

No hay comentarios:

Publicar un comentario