Bucea por KukupaPunda Productions

miércoles, 15 de agosto de 2012

ANGIO y la pelota. Parte I de III

 PARTE 1.

 


LLOURINHO
 
Llou era un hombre sencillo. Típico jubileta de ochentaytantos, de esos que van a las obras a decirle al chaval que pica cómo agarraba él los aperos cuando era joven. Vivía en un casuchón viejo a caballo entre Irajoa y Villamayor, dos pueblecitos del norte de A Coruña. Cuando era más joven viajó en sucios trenes que iban hacia el norte, hacia el sur y hacía cualquier sitio donde sonase a dinero y a fama, fumaba de gorra y sacaba la lengua a las damas, que andaban del brazo de un tipo que nunca era él. Sin más. Había sido un vividor. De su afición tan acérrima a las películas del Oeste le vino su empeño en ser un cazarrecompesas. Y voto a dios que lo fue por lo que se dice por ahí. Pero eso es otra historia. Y daría para una encíclica.

José María dos Santos Llourinho Félix era conocido por sus compadres como "Llou", y dicho así, en gringo, como si fuera "Joe", aunque las gentes del lugar no supiesen la grafía, lo pronunciaban con cierto aire yanki, debido a la afición descomunal que profesaba Llou a las películas western, y por encima de todo, al maestro Clint Easwood. Aunque este últimamente andase inmerso en pijolerías moderno-cursis, pensaba Llou, siempre fue el más grande con el revólver. "Y de todos modos -asumía para sí, siempre tuvo un gesto tierno en la mirada". Llou flipaba con "Harry el Sucio", la había visto tantas veces que conocía cada frase del guión.

Se entusiasmaba con "El bueno, el feo y el malo". Se cuenta en el marítimo pueblecito de la comarca de Betanzos donde vive Llourinho, que una vez fue andando a Hollywood con la sola intención de darle un beso en la mano a Sergio Leone. Se cuenta también que Sergio Leone no quiso atenderle, puesto que no conocía a nuestro obstinado protagonista, y que mandó a su sirvienta a darle el recado. Se cuenta que violó, vejó y meó en la boca de la sirvienta cuantas veces quiso antes de asesinarla y volver a violarla, y que el famoso director de cine se despertó con la cabeza de Lee Van Cleef en su cama. Se cuenta que terminó besando la mano de Sergio Leone.

Pero sin duda, su favorita entre la filmografía de Clint, era "La muerte tenía un precio". Se lo pasaba bomba con esa película. En momentos puntuales incluso llegaba a llorar de emoción. La veía cada domingo, después de venir de misa, y antes de acudir puntual a la partida de tute en el único bar de Irijoa, donde se jugaba no más que un café, pero mantenía acaloradas discusiones con sus paisanos. Cuentan que más que jugar, se quejaba hasta que le dejaban ganar.

Después de jubilarse, Llou se había retirado a su pueblo natal para fundar una familia y rodearse de los suyos. Contar batallitas, beber buen vino y comer de pucheiro. Lo típico. Fue hace ya unos años. Cuentan en las panaderías a las que acudí para escribir esta historia, que Llou llegó un día y al día siguiente ya estaba casado, con hijos y esperando a sus nietos para el próximo verano. Porque Llou no entendía de medias tintas. Todo lo hacía así. En plan jarto. Cuentan que en cierta ocasión Llou cantó hasta 3 veces las 40 en las misma partida. Una detrás de otra y con caballos y reyes de distinto palo. Porque le salió de los huevos.

A Llou le encantaba ir al bar de Palanka a tomar licor de café y echar la partida. Era una costumbre casi convertida en protocolo diario.

Mientras veían los toros solía desvariar un poco y bramaba quejas y lamentos e incluso vituperios contra "árbitros" o "jueces de líneas"; o maldecía "fuerasdejuego" o "penaltis"; o en una mezcla de inglés, italiano, español y galaico portugués gritaba cosas como: "Eu soy el winner thel Scudetto", "Vafan culo,  Guardola"... Todo esto cuando ya empezaba a subírsele la bebida.

Despotricaba Llou sobre algo llamado "fútbol", género en el que, cuentan, fue una gran eminencia. Pero sus compadres eran más de toros o petanca, y no entendían nada de lo que Llou les decía. Le hacían el vacío, o le daban la razón como a los tontos, porque Llou había ratos que se ponía muy pesao.

Pero resulta entrañable ir al bar de Palanka a las 12 de la noche, cuando está a punto de cerrar, y ver a éste barriendo la puerta alumbrado por una líbida farola, mientras dentro, envuelto en la tenue bombilla del bar, Llourinho alza la copa de licor y pregunta a nadie y a todos, entre balbuceos borracheiros: "¿Pur qué?".

Hasta Romans Polansky firmaría rodar una escena tan cargada de emoción y de fuerza.

He podido ver como acuden autobuses con guías organizadas que terminan con una visita a la taberna "Florenteiro", de Palanka, para poder enternecerse con la melodramática escena.

Cuentan que Llou y Palanka incluso ensayan. Pero no se lo dicen a nadie.

Llou es así. Especial. Cuentan que Llou come alambre de espino y mea napalm, y que es capaz de meterle una bala en el culo a una pulga a 200 metros. Como el sargento Highway en "El Sargento de Hierro".

Cuentan que Llou nunca ha sonreído y por eso esa cara de visitar poco el wáter. Se rumorea que tiene varios hijos batardos en países por toda europa, que no se habla con su madre, que la fórmula de la Cocacola está en sus genitales... Cuentan, cuentan, cuentan... A Llou le da igual. Llou vive para su partida de tute, su sesión filmográfica de buen western (a poder ser de Clint Eastwood) y su siesta de después de comer.

No pide más, aunque siempre se pregunta: "¿por qué?"

FDO: ANGIO

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