Bucea por KukupaPunda Productions

miércoles, 17 de septiembre de 2014

¡Si lo llego a saber no vengo!

Sentado en algún vagón de tren entre el centro del norte  y el noroeste aprendí a despreciar enérgicamente con lo más sangrante de la bilis a éste país. Mi filosofía siempre estuvo sostenida por tres pilares fundamentales: Un verso de Antonio Machado, repetido hasta la saciedad por aquél que se decía profesor de Literatura Española: -"...País de charanga y pandereta", por otro lado la severa máxima del diplomático Maquiavelo: "El fin justifica a los medios", a la que añadiría la pronunciada en un principio por el comediógrafo Plauto (Mi sencillo homenaje desde esta caverna del desvarío y la flema) en su obra Asinaria y que posteriormente sería popularizada por el pensador inglés Thomas Hobbes en su Leviathan: "Homo homini lupus", o lo que es lo mismo, parafraseando a D. Pablo Ramírez Sañudo (Ex-alférez provisional) "El mundo está lleno de hijos de puta" ¿No creen que con la combinación de estos tres portentos intelectuales junto al más hondo sentimiento de pertenencia al lumpen podrían detonarse explosivos de hercúleas magnitudes?
Pues bien, retomando la anécdota del viaje, quizá por el incesante traqueteo del tren o bien la escasa educación de los allí hallados; fui planteándome numerosas preguntas primero corteses y sin ánimo de caer en la demagogia de siempre hasta tornarse desesperadas preguntas retóricas de difícil solución.
Nací en una generación en la que aún se jugaba a la pelota, se montaba en bicicleta y ocultábamos a nuestros allegados las heridas por no preocupar. Aún así, al inicio de nuestra pubertad, aparecieron aparatos que en altas dosis pueden ser neuronalmente mortales (y no hablo de la planta de Jah, que cada día se encargan de echar por tierra): "Las consolas", añadidas a las altas dosis de telebasura que nos ofrecen las cadenas españolas. El fútbol siempre estuvo ahí con su capacidad absorbente para las mentes ya de por si adulteradas de este corral. Fueron aquellos los años a los que ahora llaman "de vacas gordas", pero no porque antes se estuviese de puta madre, sino porque más de puta pena no nos puede ir. En países del primer mundo como Reino Unido o Finlandia llevan siglos riéndose de este modelo de (volviendo a Machado "charanga y pandereta"), de esta marca España basada en la reproducción de mentiras cual papagallos, de generación en generación. Esa cultura del bajo palio, benemérita y a Dios rogando pero con el mazo dando, de "El qué dirán". En esta escuela de odio a lo y al simple, como es Kukupa hace tiempo que nos dejó de importar el qué dirán y las profundas tradiciones del medioevo español. Durante ese viaje del que os hablo comprendí que España no era más que un entramado de iglesias (en algunos pueblos de la árida y estomagante Castilla incluso siete, o veinte, a saber), plazas de toros, cuarteles de las "fuerzas de seguridad al servicio del ciudadano" y ejércitos (con simbología y mentes de otra era). Ah! Y también cantidad de pisos, pisos y chalés fantasma (evidentemente, la okupación está prohibida ya que es contraria al Evangelio), completas urbanizaciones sin gusto que un día fueron ambicioso proyectos de constructores que un día aparecieron de cañas en Brasil o bien saliendo por las puertas de atrás de Génova o donde los otros, me da igual. (Eso si, ninguno en la cárcel). Al fin y al cabo, la cárcel en este país es sólo para quienes atenten contra la patria, es decir, contra cada uno de los estamentos que acabo de citar. Y en mi largo viaje, visto lo visto, me preguntaba ¿Y qué ven los visitantes extranjeros en la arrugada piel de toro? ¿Es fervor católico lo que les mueve a abandonar su casa en Agosto? ¿Es quizá el limpio arte del toreo regando ferias y fiestas de los más cavernícolas lugares lo que les atrae? ¿Las maravillosas ciudades costeras de cemento y esquizofrénico abarrotamiento? Tan sólo hallé respuestas de fuerte contenido antisocial. A los que no nos quedan más cojones de aguantar la vida en este lugar de sátrapas, fariseos y corruptos tan sólo soñamos con la evasión (ya que dinero no hay) y esa idea romántica del poder escapar a un mundo más exótico, más amable, menos español. Y no me negarán que este es un país que se droga, con los más altos índices de consumo en Europa, y lo que para Gobierno (o Govern, o Jaurlaritza, que me da igual) y Fuerzas de Seguridad (Ah, ¿Que no eran lo mismo?) es toda una bicoca, pues de este modo continúan llenándose por obra y gracia del Espíritu Santo las arcas del Estado (Los sobres en B van para otra arca). Tengamos en cuenta que ahora temas tan castigados como el tráfico o la prostitución van a formar parte del PIB del país (Olé, Olé y Olé). Pero no habíamos dicho que estas fuertes multas van dirigidas especialmente a jóvenes y/o personas apretadas. Porque evidentemente, políticos, arzobispos, sargentos y demás no se drogan ¿Verdad que no? (O si no que lo pregunten en El Vaticano). Pero es lo que nos queda a los aquí malhallados: "Y si no fuera por las drogas..." -Parafraseando al joven rapero Cheb Rubën. 
Pero, atención. Además los de arriba nos piden alegría, unión, amistad y otros valores aprendidos con Heidi y que con los años te das cuenta de que son pura falsedad. Nos piden paciencia y además nos afirman que sólo hacen lo mejor por nosotros. (Pero es que ni jartos de grifa nos lo creemos, mireusté). Y mientras en el bello país del sol, donde antes nunca se ponía el sol (pero lo que no saben es que llevan en penumbras desde después del paleolítico) no dejan de producirse deshaucios, suicidios, estafas... Y sin embargo siguen sin producirse dimisiones, ajusticiamientos, penas de cárcel, etc. Pero en este país en el que vivimos, el que yo miraba desde los roñosos cristales de algún Renfe no existe ese problema. Es de fuerte peso lo que haya hecho el Real Madrid o el Barça en la última jornada, si la "Roja" (Será por el color de la camiseta, supongo) pasa o no pasa de cuartos, si Belén Esteban estará el Viernes por la noche en el Deluxe, etc). 
Nos piden alegres, alegres y sociables y seres sociales. (Todo utopía). Desde Kukupa no queremos formar parte de este juego llamado sociedad, tampoco hay que inscribirse en ningún movimiento previamente manipulado por otros. Reclamamos el derecho a la evasión, el derecho a desconectar de cuanto nos rodea. Ya sabemos que no vamos a trabajar, pues el gobierno, o el Govern, o su puta madre, se encargará de continuar promulgando leyes al servicio del patrón y no del puto obrero. Reclamamos el derecho a nuestra propia autodestrucción, consciente y elegida, no ser destruídos por ellos, como ellos quieren. Reclamamos el derecho a escondernos en nuestras madrigueras ya que no tenéis los cojones de partiros la cara por lo que es vuestro. (Fin de la cita).

Serdrës I de Ponzoña, VI de Tordesillas.


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