En los sueños me hundo al calor de la lumbre. No me preguntes por qué.
Hoy decidí encender la radio, sin llegar a la cumbre, y un nuevo trago tomé. ¿Y para qué?
Se olvidar, no perdonar. He cultivado mal fario y he vuelto con las manos rotas.
Como las putas después del polvo, como el tapacubos oxidado de un Volvo en un andén rojo.
Rojo de sangre y de labios. Viajes al extrarradio, "esprés" como una vela, letrajas en esquelas.
Mi escuela es la de no ser grande, la de pagar los peajes sin después peinarme. Y se por qué.
Me gusta rimar a veces, otras hacer las paces con las voces de mi córtex.
Y me he levantado, del camastro frío, la palidez en el bolso. Miro tu foto y son posos,
miro las nueva, son paz. Como ese haz de rayos de luna que me brinda la pared de cal.
No te conozco y te busco. Debes ser de tez blanca. Me lo dijo una gitana.
He abierto la lata del deseo y con ello mi tormenta. Tempestades de verbos que amainan.
Desfiles léxicos sin garbo, pero con gracia y con ripio después de tres "mezclados" más.
La lumbre ya no se apaga. La mantienen unas brasas, donde cocino mi alma pasando la madrugada.
La radio busca las ondas, en esta tierra de nada. Mis labios buscan aquellos que un día vi en el paseo.
Coloco en el pentagrama la última mota de rabia. Las notas ya ejecutadas, resuenan en tus esquemas.
He muerto con estos versos, resucité con los huesos quemados en las tinieblas.
Y me postro en esta piedra, como intentando ver algo. Como un zorro en la vereda, saliendome de esta senda.
Sólo me metí en guerras que pensaba ganar. Por falta de munición, de organización estratégica, me pudieron asaltar. Pero solo son mentiras, como las que dicen los infantes, como este whiskey con Fanta, como ese verbo "Intentar".
Serdrës en la época de adviento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario