Bucea por KukupaPunda Productions

jueves, 5 de febrero de 2015

Conversaciones con Ciancicato Miao.



Buenas, mi nombre es Ciancicato Miao y suelo observar la tierra vista desde la luna. Por las mañanas me acompaña el Cinzano en la tasca de la esquina de la Vía Ostiense, junto a la pizzería "Al biondo Tevere". Después de probar bocado en la destartalada cocina de la pensión donde habito desde que me dejó mi mujer suelo bajar a un bar unos metros más allá: Casa Totó. Me suele gustar acompañarme de unos digestivos Gin's con tónica, o lo que es lo mismo, "Gin Tonic" mientras veo junto a mi compadre Ninetto la programación de la Rai o mientras jugamos a los dados hasta que a uno de los dos nos vence el sueño. Una de mis mayores aficiones, precisamente, es esa. Quedarme dormido en la barra, con mi desnuda cabeza apoyada en los brazos. Eso suele ocurrir después del cuarto vaso de ginebra. Está visto que el vermouth y la ginebra no tienen buen maridaje. Yo atribuyo la culpa a Peppina, esa morsa sebosa que se encarga de la cocina de la pensión. Además de dejar demasiada pasada la pasta, mide las raciones como si de un campo de concentración (o gulag) (para no dejar indiferente a nadie) se tratara. Con el estómago vacío ¡Madonna mía! cómo no van a pesar los tragos.
Sin embargo mis siestas no suelen ser de larga duración. A eso de las cinco y media de la tarde suele aparecer, casi siempre, dependiendo del trabajo que tenga en la parroquia: Fray Ciccillo. El es un párroco de los de antes, con sotana polvorienta y gesto severo, pero ¡Ay que ver cómo tira de Vino "rosso"! No hay quien pueda con el clero. Y a mí, que siempre he sido un comunista de carné, me tiene atravesado como yo tengo atravesada ahora mismo esta copa de Brandy. ¡Ay, Fray Ciccillo! Siempre tuvo mal carácter pero hace como dos años lo jubilaron ya por pesado, debe rondar la era nonagenaria. Dicen que en tiempos de Mussolini ya era viejo y cascarrabias. El caso es que desde que no da la misa en su parroquia de San Paolo, se ha apagado como una de esas flores que Totó el barman tiene en el florero del Lazio. Yo siempre he sido del Lazio, eso también hay que decirlo. Pero Ciccillo también me tiene que llevar la contraria en eso, es un acérrimo de la Roma y a mi el alcohol me pierde. Dicen que en el famoso derby, hace no mucho intenté estrellarle el florero anteriormente mencionado, pero sólo son eso, bulos, habladurías.
Algunos días, Ninetto y yo acabamos tan achispados y de tan buen humor que, colándonos en el metro, algo no muy difícil en esta ciudad, acabamos la ronda por las tascas más toscas de otros barrios como Baldo degli Ubaldi o Giulio Agricola cantando las viejas canciones que nos enseñaron en el ejército. Alguna vez nos han cosido a palos, pero tenemos los huesos (y los huevos) a prueba de bombas. Otros días, por el contrario, nos quedamos sollozando acabando las reservas de vino del paciente Totó acordándonos de nuestras mujeres, "malasputas" que no se dónde ni con quién estarán. ¡Mi fai schifo! Pero siempre tenemos un gesto afable, unas palabras de consuelo por parte de otros parroquianos (y no precisamente de la chiesa de San Paolo)  como Rabbino, Bandiera, Fabrizio o el inexpresivo Vittorio, de cuerpo abotijado.
Y así pasan los días para un hombre eternamente en el paro. Desde que la Fiat entró en suspensión de pagos, los bares de mi barrio están llenos. Cuando la cartera se aflojó volaron las mujeres al centro de la ciudad. Y los camareros tampoco es que ganen porque les dejamos más a deber de lo debido. Y el hígado y el estómago siempre lleno. Nunca me acuerdo de cuando ni cómo me duermo, el caso es que al día siguiente amanezco con ganas de llevarme al gaznate un café con unas gotas de cognac.
Algunas veces en verano, nos remangamos, nos colamos en el tren de línea y nos acercamos hasta Ostia. Ese día vuela el Lambrusco como si se tratase de acqua frizzante. Pero nuestros demonios y nuestras mujeres siempre en la mente, como intentando jodernos la fiesta.
¡OH! ¡Ma chè ora! ¡Scusi, signore giornalista! Otro días con más calma continuamos hablando, pero ahora tengo que ir con Rabbino y Bandiera a coger prestadas unas cosas del viejo asilo que han deshauciado, allá en la zona de EUR. Si me disculpa, el próximo día lo invitaré a un Cinzano con unas gotitas de Campari, seguro que allí en su país nunca lo ha probado. Grazie per tutto. 

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